lunes, 24 de octubre de 2011

La inclusión en la vida cotidiana de mi escuela.



Quisiera comentarles dos situaciones que viví con mis alumnos, y me parece que está muy involucrada la inclusión de alguna manera.
Miguel, es un niño con síndrome de Down,  es un jovencito de quince años, muy tranquilo y trabajador. Le gusta tener amigos y siempre hace lo que se le pide. En su grupo también hay otros chicos, pero, todo lo contrario que Miguel. En especial  José Luis y  Javier entre otros jóvenes inquietos. Están en la edad en que todo es risa  y juego. Un día Miguel me cuenta frente a sus compañeros de grupo que tiene novio, que le gusta un chico que vive cerca de su casa. En cuanto escucharon José Luis y Javier, inmediatamente empezaron a molestarlo frente a  mis alumnos y yo el único maestro con ellos.
Empezaron a decir que era niña, que  era gay, etc. etc. etc. Mi reacción fue decirle a Javier y a José Luis: ¿y eso qué? Si le gustan los niños eso no es asunto de ustedes ni mío... Miguel siempre trabaja  y respeta a todos, porque no respetan ustedes a Miguel?  ¿Miguel les ha puesto algún sobrenombre?. Los ha molestado como ustedes lo hacen con él?. Todos somos diferentes y debemos respetarnos, así como hay quienes son delgados, morenos, altos, chaparros,  gorditos, de cabello obscuro o claro. Todos somos iguales y no importa lo que nos guste.  Después de unos momentos de silencio agregue:
AAHAa…. entonces a ustedes dos ya no les voy a hablar porque; ustedes  le van al “América”  y yo a las “Chivas”  (equipos de futbol) por eso ya no les voy a hablar….
Me resultó interesante observar como esos dos jóvenes bribones y el resto del grupo,  guardaban silencio con la cabeza gacha, en una actitud que me pareció de reflexión.  Desde entonces los alumnos respetan a Miguel cuando éste dice que le gustan los niños. Claro, Miguel no anda por ahí contándoselo a todo mundo, pero en algún momento de la dinámica escolar siempre sale a colación cuando entre ellos se preguntan qué si tienen novio o novia, que sí le gusta tal niña, etc. 
Como sabemos, muchos niños y jóvenes  que requieren educación especial, van un poco atrás en su desarrollo psicosexual “normal”, por lo que no sabemos si es una etapa psicológica por la que atraviesa o no, pero qué importa que le gusten los niños. El cuenta que en su casa lo saben y se los dice. Que orgullo me da (pensando en su integración social entre otras muchas cosas) saber que él mismo sabe lo que quiere y no lo niega y sobre todo; tiene el apoyo de su familia.
Me parece que de alguna manera esto también es inclusión. El hacer sentir al alumno a gusto integrado en un ambiente. El hecho de que él sienta que vale lo mismo que los demás,  que es respetado como cualquier otro alumno y que tiene los mismos derechos y obligaciones;  es el primer ingrediente para la inclusión aunque aquí en este caso, no ocupemos alguna tecnología asistida.

La otra situación que me toco vivir, fue con Marifer. Una niña que presenta parálisis cerebral infantil. Usa silla de ruedas y aunque sus movimientos en brazos son limitados, puede hacer uso del ratón para utilizar la computadora. Presenta problemas para comunicarse de manera oral ya que solo emite sonidos guturales y señala con la vista cuando desea algo.
En la dinámica del grupo, Marifer era la única que no podía opinar de manera oral ante cuestiones tan simple como: ¿Quién tiene frio? ¿Quién tiene hambre? , ¿De qué color es? y todos esos cuestionamientos que saltan en el desarrollo de una actividad grupal. Ni siquiera puede manifestar si tiene hambre, o si quiere ir a realizar sus necesidades fisiológicas.
Tomando como referencia este contexto, María Fernanda era una niña que no estaba incluida ni mucho menos integrada en lo pedagógico. En lo social todos sus compañeros la querían, la cuidaban e incluso le daban de comer en la boca, aunque ella podía hacerlo.
Estaba siendo excluida por mí, porque siempre escuchaba la respuesta oral del resto de sus compañeros, pero como Marifer no habla, pues en “automático” o de manera inconsciente la excluía hasta que un día me cuestione: Marifer entiende todo lo que pasa a su alrededor, comprende situaciones e incluso entiende algunos chistes que hago al grupo sin que éste se entere. Estoy excluyendo a Marifer de dar respuestas rápidas como sus alumnos, si pudiera hablar de hecho, nada tendría que hacer en esta escuela…. Hasta que un día me entere sobre la existencia de los tableros de comunicación electrónicos. Y por supuesto que solicite uno a mi escuela, lo  adquirieron y  la niña empezó a usarlo sin mayor problema, es entonces cuando ella empezó dentro de la dinámica grupal a participar a través de las grabaciones preestablecidas en el tablero electrónico. Oprimía un botón y manifestaba que tenía frío, que tenía calor, hambre, si, no, azul, rojo, etc. etc.  Me parece que es así como  a través de la tecnología asistida se facilita la inclusión en la dinámica pedagógica escolar.

Este es un tablero de comunicación similar al que usó María Fernanda.

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